“ARQUITECTURA HONRADA”. BINOMIO INTERIOR/EXTERIOR. EL ESPÍRITU DE LA CIUDAD
Eliel Saarinen dijo que un edificio no es más que la organización del espacio en el espacio. Como lo es la comunidad. Como lo es la ciudad.
Por un lado, ¿Guardan alguna relación el interior y el exterior de un edificio? La respuesta, como en la arquitectura, puede verse desde distintos puntos de vista. Se defiende que en una buena arquitectura se debe guardar una” relación honrada”, en la que el exterior sea reflejo del interior, pero esta relación no siempre se cumple y no por ello dejaría de ser una arquitectura magnifica. ¿Es este el caso de nuestro edificio singular la estación de ferrocarriles de Atocha en Madrid?
Por otro, ¿reflejan sus edificios la personalidad de la ciudad? ¿Refleja Atocha algo del espíritu de Madrid?
Para avanzar sobre estas cuestiones que se nos plantea, analizaremos brevemente, pero de forma concreta, el primer proyecto de la estación, junto con la ampliación de Moneo, presentaremos al protagonista y sus hitos arquitectónicos e intentaremos conocer las intenciones que quería dejar reflejadas en esta ampliación.
No habrá, sin embargo, respuestas tajantes ni verdades evidentes, tan sólo una escueta y modesta aproximación desde una perspectiva limitada.
PROYECTO
En 1888 comienzan las obras de la estación, bajo la dirección de Alberto de Palacio Elissagne, un colaborador de Gustave Eiffel, las cuales duraron cuatro años.
La nave tenía 154 metros de largo, 48,76 metros de luz y 27 metros de altura. La cubierta de hierro se construyó en Bélgica con el sistema de estructura rígida tipo De Dion. La estructura quedó cerrada por el extremo que da a la glorieta del Emperador Carlos V, en donde se halla la característica fachada considerada una obra de arte de la arquitectura ferroviaria.
En aquella época la estación de Atocha constituía la primera imagen de la ciudad de Madrid para numerosas personas de manera que el propio recinto, sus dimensiones y su grandiosidad transmitían al recién llegado las primeras impresiones del espíritu y vasta personalidad de la capital.
Este importante valor simbólico fue diluyéndose con el paso del tiempo: el crecimiento de la ciudad fue envolviendo la estación y el desarrollo social del país permitió el crecimiento de otras ciudades a la vez que acercó progresivamente la capital a los habitantes de la periferia.
Es entonces, cuando Rafael Moneo (1984-1992), viendo las necesidades de Atocha, interviene.
PROGRAMA
Moneo destacó la importancia de mirar a la ciudad como si ésta se tratase de un juego, más concretamente como un juego abierto, obligando a pensar en qué modo lo que haces contribuye a dejar el juego abierto a los que vienen detrás.
Moneo, con esta brillante ampliación, ganada en concurso, no quería de ninguna de las maneras competir con la antigua construcción de Alberto del Palacio, sino cubrir las necesidades futuras.
El objetivo de la remodelación era claro y con vistas expansivas: cuadriplicar la capacidad de la estación creando a su vez un gran intercambiador que acogiera tanto trenes de cercanías y largo recorrido como metro y autobuses. El programa incluía también un aparcamiento.
Los nuevos edificios fueron diseñados como una nueva terminal, situados detrás de la existente, con poca altura para no competir con aquella, e incorporando la antigua como espacio colectivo que sirviera de expansión al vestíbulo.
Estas ideas que posteriormente se hicieron realidad desplazaban el punto de contacto de las tres estructuras al paseo de la Infanta Isabel, en el que se situaba el nuevo acceso, para el que Moneo diseñó los dos nuevos hitos urbanos: la torre del reloj que preside una nueva plaza de acceso peatonal desde Atocha, y el gran cilindro de ladrillo y cristal, que sirve de comunicación vertical entre el intercambiador en superficie y la cota de los andenes.
El edificio tiene una gran responsabilidad y la solución planteada la asume de forma extraordinaria. Encontramos por tanto, una arquitectura ligada a la acción, al programa.
PROTAGONISTA
Nuestro protagonista, Rafael Moneo es uno de los arquitectos españoles más destacados y claro representante de la arquitectura española contemporánea.
Nació en Tudela (Navarra) y estudió en la escuela de Madrid (ETSAM) donde obtuvo el título de arquitecto en 1961.
Entre 1958 y 1961 trabajó con el arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oíza y, más tarde, en 1961-1962, en Dinamarca con Jørn Utzon.
Ha desarrollado una intensa labor docente, cátedra de Elementos de Composición de la escuela de arquitectura de Barcelona en 1970, profesor invitado por el IAUS de Nueva York en 1976 y en las escuelas de Lausanne, Princeton y Harvard, decano de la Graduate School of Design entre 1985 y 1990.
Es autor de obras de reconocido prestigio internacional, entre las que destacan el edificio de Bankinter en Madrid (1972-1976) y el museo de arte romano en Mérida (1980-1986)
Entre 1984y 1992 construyó la estación de ferrocarril de Atocha en Madrid.
De 1998 es el auditorio del Kursaal en San Sebastián, junto a la desembocadura del río Urumea.
Otras obras suyas son el edificio diagonal en Barcelona, la nueva terminal del aeropuerto de San Pablo de Sevilla (1987-1991), la Fundación Miró, en Palma de Mallorca (1987-1993) y el Museo de Arte y Arquitectura de Estocolmo (proyecto de 1991)
En 1996 Rafael Moneo fue galardonado con el Premio Pritzker de Arquitectura, considerado como uno de los más importantes del mundo en este campo.
EVOLUCIÓN DE LA CIUDAD. ATOCHA COMO AEROPUERTO
Las ciudades están sometidas constantemente a cambios para cubrir las necesidades del hombre.
Estos cambios evolutivos se deben al ritmo de vida y al sistema productivo. La sociedad está inmersa en una cultura de la inmediatez que se rige por los cambios rápidos, la transmisión de conocimientos superficiales y los estímulos de la moda. Nuestra sociedad consumista se uniformiza con la globalización, diluyéndose las aristas de la personalidad.
Cada ciudad, como ente propio, va perdiendo identidad debido a este proceso de uniformización y semejanza del ritmo de la vida en todas las ciudades.
Este proceso continuo de homogenización de las ciudades contemporáneas, las está convirtiendo en aeropuertos contemporáneos, como bien recalca Rem Koolhaas en su obra La ciudad Genérica. Las ciudades se vuelven genéricas.
Llegado a este punto tenemos que hacernos las siguientes preguntas:
¿Es Atocha un aeropuerto más, reflejo de este proceso de homogenización de la ciudad? o por el contrario, ¿es Atocha un elemento que refleja la personalidad y espíritu actuales de la propia ciudad?
¿Es Atocha honrada consigo misma? ¿Refleja su exterior su mundo interior?
Parece claro que el exterior de Atocha destila personalidad y lo hace a base de volúmenes, algo que, sin embargo no es significativo de cara a la honradez, ya que los volúmenes no tienen porqué guardar una relación estable con el interior.
Realmente los volúmenes exteriores no reflejan el gran cambio interior que se está produciendo. No intuimos de ningún modo el mundo interior que esconde Atocha, que en hora punta puede convertirse en una ``pequeña ciudad congestionada´´ (término que utiliza Rem Koolhaas en su obra “La ciudad Genérica”)
En este sentido, podríamos decir, aludiendo a expresiones coloquiales, que Moneo hace mutis por el foro.
Por otro lado, se respeta y se mantiene en todo momento el corazón del edificio: la antigua estructura de hierro y cristal creada por el arquitecto Alberto de Palacio.
Se moderniza este corazón y se transforma en un jardín-invernadero, del cual hablaremos más adelante.
Esta actuación, sin embargo, no es responsabilidad del estudio de Rafael Moneo.
TOPOCLIMA. ESPÍRITU INVERTIDO
El corazón deja de bombear al perder su función inicial, pero no por ello esta estructura de hierro y cristal pierde importancia, sino que se potencia.
¿Cómo se enfatiza esta importancia? Creando un topoclima y de esta manera, recordando la actuación de Alberto de Palacio: la cubierta de andenes como cubierta de invernadero.
Esta transformación devuelve a la estación su papel de introducción a la ciudad de Madrid.
En efecto, el topoclima avanza uno de los detalles más significativos de la personalidad de Madrid, como ciudad con importantísimos espacios verdes. De nuevo, el viajero que llega o que parte, mantiene en su retina la imagen verde y sublimada: el bosque tropical interno como reflejo irónico de los grandes árboles del clima continental externo.
Si ahora nos trasladamos al exterior, comprobaremos que esta transformación es totalmente inapreciable, gracias a la genialidad de la cubierta dual.
SÍMBOLO
Se podría decir que una de las principales improntas de Moneo en Atocha es su uso de la Historia como material de construcción.
En este proyecto, Moneo usa el Renacimiento italiano trasladándonos al Conjunto Catedralicio de Pisa, que fue erigido como verdadero símbolo de la ciudad.
De esta forma, ¿podríamos decir que Atocha se convierte en símbolo de la ciudad de Madrid?
El paralelismo sólo es claro desde una perspectiva aérea: la Torre inclinada se corresponde con la Torre del reloj, el Baptisterio con el Intercambiador circular y la Catedral con la antigua estación.
ESCULTURA
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